Les llaman refugiados, pero no tienen refugio. Las guerras y la pobreza les empujan hacia Europa… Por el camino pierden a madres, padres, hijos, hijas… por fin llegan, llegan pero encuentran las fronteras cerradas y ven que se les niega un refugio donde sentirse a salvo.
Muchos de nosotros vemos estas cosas y nos sentimos impotentes: no podemos hacer nada para ayudarles, solo somos unos chiquillos, no sabemos cómo encontrar soluciones que encajen en nuestro día a día.
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